¿Y después qué? Zona costera: ¿Cómo avanzar hacia políticas públicas exitosas?
La falta de incentivos para la conservación, un mal entendimiento de la zona costera, junto con una planificación que tiene muchos traslapes en su gobernanza y no contiene variables de bienestar hacia la población, han provocado un intenso deterioro a lo largo de la costa de Chile. Ante este escenario, en el conversatorio “Zona Costera: ¿cómo avanzar hacia políticas públicas exitosas?”, organizado por Ladera Sur en colaboración con el Chile California Council, se analizaron los desafíos en torno al desarrollo de la zona costera chilena y cómo el ejemplo californiano de políticas públicas costeras puede servir como modelos a observar, específicamente para los casos del Coastal Act y Marine Life Protection Act. ¿Te perdiste el conversatorio? ¡No te preocupes! Aquí te dejamos una nota con algunos de los momentos más interesantes, junto a un video resumen al final de la página que sintetiza las principales reflexiones.
El pasado miércoles 3 de junio a las 11:00 horas realizamos el conversatorio “Zona Costera: ¿cómo avanzar hacia políticas públicas exitosas?”, la segunda actividad del ciclo webinar “¿Y después qué? Construyendo un planeta resiliente”, organizado por Chile California Council y Ladera Sur.
La actividad, moderada por la periodista Bárbara Tupper, contó con la presencia de tres destacados profesionales que se han dedicado al estudio de la zona costera de Chile y California.
Nos acompañaron María José Martínez, doctora en ecología de la conservación en la Universidad de Queensland; Patricio Winckler, ingeniero civil de la Universidad Técnica Federico Santa María y PhD in Civil and Environmental Engineering en Cornell University; y Matías Alcalde, agregado de Chile en el Consulado General de San Francisco, liderando el Consejo Chile-California (Chile-California Council).
Aquí te compartimos algunos de los principales temas que se discutieron, que consideraron un análisis de las políticas públicas existentes en Chile, los desafíos en esta materia y la experiencia comparada con California, un “mellizo trans-hemisférico” de nuestro país que cuenta con años de avance en la protección de la zona costera y políticas públicas que destacan a nivel mundial.
Zona costera y su conservación en Chile
Hay un vocabulario que es importante de precisar a la hora de hablar de nuestras costas, referido al mal asignado concepto de “borde costero”. Es decir, el lugar donde se delimita la fase acuática de la terrestre. ¿Por qué? Según explicó Winckler esto se debe a que “existe una transición natural entre los fenómenos acuáticos y de cuenca al interior del continente, y esa transición es gradual y bastante más compleja que sólo un borde”.
De ahí, explica, viene toda la importancia de la zona costera, en especial en nuestro país: “Para hablar de conservación, corresponde primero visibilizar la importancia de la zona costera. Debemos partir por la base de que en Chile existen 100 municipios costeros y dos insulares, donde viven aproximadamente 4.5 millones de personas. Y dentro de los primeros 10 metros sobre el nivel del mar viven alrededor de un millón de personas”.
“Además, la costa de Chile tiene una particularidad bastante importante: desde Arica hasta el Cabo de Hornos son alrededor de 4.200 kilómetros lineales, y atraviesa muchas latitudes, por lo tanto, tenemos bandas climáticas que van desde el desierto más seco del mundo, hasta la tundra en la Patagonia”, indicó, y aseguró que esta característica también tienen un correlato en el océano, mostrando una gran variabilidad entre las distintas zonas de la costa, desde el norte hacia el sur.
Sin embargo, explicó esta gran importancia que tendría la costa a nivel nacional no se condice con la falta de instrumentos de planificación y de gestión del territorio, que no estarían al tanto de esa compleja transición y diversidad.
María José Martínez complementó con cifras sobre el actual estado de conservación de las zonas marinas en Chile, explicando que un 41% de la cobertura oceánica está protegida, pero que solo un 0,04% de tiene un manejo efectivo. De ese 41% protegido, el 92% corresponde a áreas marinas en aguas abiertas (Juan Fernandez, Salas y Gomez, Nazca Desventuradas) por lo tanto hay un gran pendiente en la protección de áreas marinas aledañas al continente. A esto agregó, que si bien en Chile ha sido más bien incipiente el tema de la conservación, en muy poco tiempo han habido importantes avances.
Los desafíos y ejemplos para la conservación: el caso de California
Un tema importante en el manejo del borde costero y su conservación es la adaptación. Es decir, aquellas medidas y gestiones para combatir amenazas resultantes de la naturaleza o el cambio climático, como los tsunamis. En este sentido, en Chile todavía se sigue levantando información física, pero según Winckler, hay que ver cómo nosotros importamos algunas estrategias de adaptación que se hayan utilizado desde la perspectiva de la infraestructura y gobernanza al caso chileno.
En este sentido, dice el profesional, lejos de la gobernanza, pero al menos en la parte geomorfológica, Chile y California, serían “espejos”. Misma razón por las que se les ha considerado como “mellizos trans-hemisféricos”.
De hecho, según explica Matías Alcalde, “Chile es como California hace 60 años. En ambos se repiten procesos sociales producidos por presiones sobre el territorio. Además, Chile guarda esa pristinidad, y tiene la mitad de la población que tiene California hoy, pero la misma que California tenía hace 60 años. Ambos somos territorios costero depedientes por defecto y nuestro crecimiento demográfico va a ir hacia la costa con distintos usos, presiones e intereses”.
Para realizar una comparación entre ambos lugares, Alcalde primero analizó la realidad de la regulación costera en Chile. El primer punto que advierte es que existe una gran cantidad de ministerios e instituciones que tienen regulaciones sobre la costa, con diferentes incentivos en su administración. Además, explicó sobre las comisiones regionales y nacionales para el uso del borde costero (CNUBC), las cuales han hecho un importante trabajo de zonificación y planificación territorial de la zona costera, desde miradas multidisciplinarias y con participaciones ciudadanas. No obstante, dichos instrumentos en la actualidad son sólo de “sugerencia para la toma de decisiones”. Es decir, estos esfuerzos no son vinculantes o mandatorios, dado a que las decisiones al final recaen en cada Municipio y su Plano Regulador, impidiendo la permeabilidad de estas iniciativas. Dado lo anterior, explicó que existe un importante vacio legal en Chile (o “gap” regulatorio) que se debe resolver lo antes posible.
Ante esto, hace un paralelo con la situación de California y cómo la formulación de sus políticas públicas exitosas en materias costeras pueden ser un ejemplo para Chile. Éstas involucran una colaboración entre institutiones públicas y privadas, incluyendo a la ciudadanía en todo su proceso, a la filantropía privada para trabajar junto al gobierno, y a la ciencia para que sea la base de la toma de decisiones.
Según explicó, en el año 1972, tras identificar diversos focos a lo largo de la costa con problemas sociales debido a proyectos industriales de gran escala o inmobiliarios sobre las costas de California (al igual que en Chile actualmente), se conformó la “Proposition 20”, en la cual se realizó una votación a lo largo de todo el Estado con el propósito inicial de comenzar por administrar el desarrollo de la bahía costera de San Francisco. Luego de este primer proceso, nace el año 1976 el Coastal Act , que da origen a la California Coastal Commission, la cual “como otras comisiones y agencias regulatorias que existen en Estados Unidos, permiten asumir con una variedad de formas y funciones, bajo la conciencia de que efectivamente existen vacíos legales o “gaps”. En estos vacíos, hay ciertas agencias que arbitran, otorgan permisos y se son parte de la mesa que toma las decisiones. En estos organismos, de 12 directores; 6 son representantes de la sociedad civil, incluyendo representatividad científica y de las organizaciones no gubernamentales (ONGs) que más saben del tema, y los otros 6 son designados desde gobierno. Esto es una configuración que se establece para entender que la visión científica, comunitaria y pública, tienen que trabajar en conjunto a la hora de decidir temas que son sensibles, método que además es eficiente en términos económicos en el corto y largo plazo, y al final conlleva a un mejor desarrollo de proyectos”.
Según Alcalde, estas propuestas podrían ser vistas como un impedimento desde el sector privado o de inversión, porque se asumen de base que todos los proyectos serían bloqueados. Sin embargo, indica que es todo lo contrario. Se han aprobado el 80% de las iniciativas presentadas, y gran parte de ellas con indicaciones que mejoran al proyecto en ámbitos socioambientales y económicos. “Esa es una cultura que se logró impregnar en California y que ha logrado una muy buena administración costera y de otras políticas públicas. El entendimiento temprano de decidir junto a la comunidad e invertir en los procesos para que eso ocurra, es algo que les ha dado notables resultados positivos a California y ha enriquecido mucho la forma de hacer política pública”, concluyó.
Los esfuerzos chilenos y las metas pendientes
Tomando como ejemplo el caso californiano, la participación de la ciudadanía y la ciencia es fundamental. Según Winckler, en Chile estamos en tiempo de levantamiento de información y de involucramiento de la ciudadanía y la ciencia: “Tenemos que trabajar como abejitas para mejorar la gobernanza existente. Tenemos que trabajar también con los científicos, traerlos arriba de la mesa, junto a las organizaciones locales y a las ONG’s, y empujar con miras de largo plazo, de manera que en 20 o 30 años más podamos tener un territorio costero que atienda a todos estos principios que hemos puesto arriba de la mesa como ciudadanía informada”.
En este sentido, Martínez señaló que en Chile existe mucha investigación y ciencia disponible respecto a la conservación marina, no obstante el principal problema correspondería a una desarticulación existente entre las distintas iniciativas, que muchas se sobreponen entre ellas e impiden el avance colectivo.
Para mejorar esta integración, la profesional recalcó la importancia de crear en Chile un Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, con un marco legal nacional para la conservación y para el sistema de áreas protegidas. Agregó que somos uno de los pocos países que todavía no contamos con un sistema que vele por la biodiversidad de nuestro país.
“Los ingredientes que faltan para que la mejor ciencia y que la evidencia científica se utilice en la toma de decisiones, tiene que ver con un intercambio más fluido y vinculante entre los investigadores, científicos y los tomadores de decisiones. Esto es un proceso de aprendizaje continuo, y los mismos tomadores de decisiones tienen que empoderarse de la ciencia para usarla. Este proceso requiere transparencia y comunicación. Muchas veces, el hecho de que la ciencia se vea como inaccesible constituye una barrera importante para que no ocurra este intercambio. Nosotros como científicos, al hacer nuestras preguntas de investigación, debemos incluir y debemos co-diseñar esas preguntas en conjunto a los actores presentes en el tema”
Junto a esto, Martinez puntualizó que un elemento relevante para mejorar el estado de conservación de la costa tiene que ver con la planificación integral de los sistemas costeros marinos: “No podemos separar a los ecosistemas marinos de los terrestres. Ellos son uno solo. Si en la tierra hay deforestación, habrá contaminación en el mar. Es un sistema integral. Entonces para optimizar esfuerzos hay que tratar a estos sistemas de forma integral.”
Así, todos estos elementos en conjunto ayudan para avanzar en las políticas públicas exitosas para el borde costero. “Hay que entender que estamos disponibles como comunidad científica y social organizada justamente para apoyar a Chile en este proceso. Los ingredientes para avanzar ya están disponibles, Chile los tiene. Debemos entender que todos estos procesos sociales y sistémicos, influyen para que esa población que vive en el borde costero, hoy y en el futuro, tenga espacios de bienestar y empleo en base a sus economías locales. Todo lo anterior es parte de un diseño y planificación que se logra con estas formas que proponemos de hacer política pública, basada en ciencia y trabajo conjunto entre el sector público y privado”, finalizó Alcalde.